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La Descarga Ilustración: Eric Silva. Ilustración: Eric Silva.

Dagoberto Pedraja

Básicamente soy un músico de banda. Siempre he abrazado el rock en muchas de sus variantes y, a diferencia de otros, he bebido y participado en otras músicas de la cultura cubana. De niño escuchaba la radio y la vitrola de la bodega que estaba al lado de mi casa, donde todos los días sonaban rancheras, mambos, boleros, chachachás, canciones románticas y sones tradicionales; luego cuando veía los muñequitos americanos en la TV me entraba todo aquello del swing, el blues, las big bands, los clásicos’ además de las buenas canciones infantiles que estaban en boga. En Los Sitios, barrio habanero que visitaba todos los fines de semana para estar con mis abuelos, descubrí el bembé, la rumba de cajón solariega y vi a los bailadores en chancletas de palo. Eran los años 60. El cine también transmitía diversas músicas que echaron fuertes raíces en Cuba: los tangos de Gardel y Hugo del Carril, las rancheras mexicanas gracias a la interpretaciones de Jorge Negrete y Pedro Infante, el cine español plagado de pasos dobles, flamenco y cuplés. En fin, todo un universo sonoro y visual en la cabeza y oídos de un niño que era una esponja. Un universo que me ha servido tanto para mi trabajo con bandas como para tocar “detrás de alguien”.

Ser músico de una banda implica el trabajo de conjunto, donde fluyen las ideas de otros miembros en función de una canción, un disco o un concierto; y si eres un instrumentista que destaca por pasajes de solista debes tener tu sello personal, aquel por el que serás conocido donde quiera que te pares a tocar. 

Pero ser llamado para tocar detrás de alguien es diferente. Cuando eres parte de la banda acompañante de una figura reconocida, o vas a grabar en un disco, debes renunciar a muchas cosas e incorporar otras. Lo primero es la imagen que debes llevar sin dejar de ser tú, qué estilo vas a tocar, qué sonido vas a usar, a qué tipo de recursos armónicos le vas a echar mano y —parecerá un disparate— “contra quién y contra qué vas a tocar”.

Mi primera experiencia fue en el teatro más grande de Cuba: el Karl Marx. Un día me llamó el destacado músico y amigo Raúl Gómez; había un concurso musical y su obra era una de las finalistas. Él quería un solo de guitarra al final de una balada épica y me pidió colaboración. Me dio un casete con la canción cantada por él y su esposa Leonor Zamora, acompañados solo a guitarra acústica. 

Me dijo: “Esto es dentro de una semana, en vivo y con la Orquesta Cubana de Música Moderna, dirigida por el maestro Tony Taño” …y más nada. Intuitivamente imaginé aquella música sonando con una orquesta, evité todos los acordes comunes de la grabación y me fijé mucho en la melodía del estribillo final. Estructuré un solo de guitarra muy melódico jugando con las diferentes partes del tema y con algunos momentos —muy cortos— de rapidez. Al no saber cómo terminaba, hice variantes de  4, 8, 16, 24, y 32 compases, no fuera a ser que me quedara corto o me pasara de largo. 

Llegó el día de la presentación. Había muchos artistas reconocidos, grandes músicos y yo, que era un perfecto desconocido, iba a tocar delante de una orquesta dirigida por uno de los “grandes” y detrás de dos artistas muy populares. Durante el ensayo  fui testigo de una discusión entre Raúl Gómez y el director de la orquesta; eso me puso los nervios a mil porque la cosa era por mí. El director decía que cómo era posible que un “pelú”, músico callejero y sin instrucción académica fuera a tocar delante de su orquesta, teniendo él a un guitarrista graduado y de vasta experiencia. Raúl no transaba y le decía que él también era músico, director, compositor y autor de la canción en concurso y que me había escogido a mí porque le daba su real gana. Aquello empezó a ponerse feo. Yo estaba muy nervioso y disgustado por la situación y salí a fumarme un cigarro. Al rato Ramón Veloz, otro grande de la música, se acercó y me dijo:

—Muchacho, no te pongas nervioso, estas cosas pasan… ¿Te sabes bien la canción?

—Sí —le respondí. 

—¿Tienes el vestuario “correcto” para la noche?

—Sí, claro —yo estaba en ese momento en camiseta, un jean “ripiado” y botas. Me puso la mano en el hombro y me dijo: “Pues métele la guitarra por la cara al tipo ese para que te respete”. Llegó la noche, llegó la canción y cuando todos esperaban un solo de “caña rockera” me bajé con un sonido muy dulce y pegajoso, con muchas notas sostenidas y un diseño melódico que era un “chicle”. Mientras Raúl y Leonor ponían al teatro de pie haciendo palmas al compás del tema, me fueron a buscar allá atrás y me sacaron al frente con ellos mientras yo tocaba y contaba compases en mi mente: “22…23…24…”. El sonido era poderoso. Raúl me decía bajito “De pinga, asereeee”; y yo “¿Cuándo se acaba esto, Raúl, coñoooo? Y él: “En el 32. Te faltan 6. Métele y ve cerrando”. 

Bueno, la canción cogió primer lugar. El “director” con cara muy seria me dio la mano y Ramón Veloz me abrazó en el camerino; luego nos fuimos a celebrar. Ese día me di cuenta de que, gracias a todo lo que había escuchado, sin darme cuenta le había echado mano al estilo melódico y sabrosón de Richard Egües, flautista de la Orquesta Aragón; me había vestido de traje y hecho una cola en el pelo; había cambiado la súper distorsión rockera de mi guitarra por un sonido muy dulce pero enérgico, y mi imagen no era la mía, pero estaba alineada con la de Raúl y Leonor, la Orquesta y los demás artistas del set. 

Después, con los años, he tocado y producido a bandas de todo tipo (Garage H, Rice and Beans, Cossa Nostra, Extraño Corazón, Coral). He tocado detrás de (o grabado con) Carlos Varela, Paulo FG, Coco Freeman, Maria Antonieta, Arnaldo y La Aventura, Orlando Sánchez, Ángel Bonne, Carlos Manuel y su Clan, Orquesta Sublime, Mayté Chile, Bela Mavrak, Joaquín Sabina, Anabell López y muchos más. Todos diferentes entre sí; con poco o nada que ver con el rock. He compuesto y tocado música para cine, teatro, televisión y radio, además de componer rock, boleros, tangos, baladas, funk, blues, villancicos y otros géneros. He sido “yo” y he dejado de ser “yo” en función de otros, y les aseguro que es muy divertido.

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  1. Vicente Feliú dice:

    Solamente alguien con verdadera afición y talento musical y con formación humanista es capaz de asumir de esta manera la profesión, con la humildad de los grandes.
    Gracias, Dago, y abrazos

  2. Y. I.La O dice:

    Bravo! Muy bueno. Excelente redacción. Soy músico también… Huummm… Este artículo me ha puesto a pensar.

  3. Lazaro Llorca dice:

    Conozco de tu avatar con todo género musical y siempre estás en la cuerda y particularmente cuando estás en alguna producción rockera yo en lo particular al instante reconozco tu sello pues lo has inscrito en tu instrumento ,arreglos , etc,Felicidades amigo tu eres un maestro.

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