
La despedida de Wampi en La Tropical
A las nueve de la noche del sábado 14 de octubre, en la entrada del Salón Rosado de La Tropical reina una tranquilidad pasmosa. Si no fuera por las vallas de contención y la abultada presencia policial, nada delataría que en tres horas no cabrá un alma en ese lugar. Un cartel anuncia a Wampi en concierto; el niño dorado del reparto se va de gira a Europa y quiere despedirse de su público local —el de verdad, no el del faranduleo que podría encontrarse en el Johnny o en cualquiera de los clubs de moda— en el hogar de la música popular bailable cubana.
En el contexto migratorio que vive la Isla, un concierto como este es una rara oportunidad de acercarse al corazón del género más vibrante de la música popular cubana actual, así que, como tantos miles, decido regalarme un concierto de Wampi.
La gente, que conoce los rituales de la música cubana, va llegando muy lentamente, pero a las 11:00 p.m. una marea humana copa el recinto. Los DJ del proyecto Sarao, que saben su oficio, van calentando la pista con los temas de reguetón y reparto del momento, y dejan servido el escenario para que, cerca de las 12, haga su triunfal entrada el héroe de la noche.
Detrás de los bastidores, Dasiel Mustelier Oruña, aka Wampi, se persigna mientras se prepara para entrar en escena. Viste camiseta y short de los Chicago Bulls con el número 23 de Michael Jordan a la espalda, unos zapatos blancos, como blanca es su gorra y la toalla alrededor del cuello, un conjunto inmaculado en el que resaltan y combinan las cuentas negras y rojas de su collar de Eleggua, y la característica funda brillante de su micrófono.

Concierto de Wampi en el Salon Rosado de La Tropical, sábado 21 de octubre de 2023.
En esta etapa anda con unos lentes que le oscurecen completamente los ojos y le dan una apariencia demoniaca. Tras el opening de la banda, Wampi aparece en el escenario de La Tropical cantando el coro de XP, su éxito del año pasado. Junto a él, miles de personas corean “suave, lento, contra el pavimento”, al tiempo que los bailarines de Datway bailan coreografías hipnóticas.
Verlo en el escenario cantar, bailar, y echarse al público en el bolsillo con su carisma, me hace pensar en el meteórico crecimiento artístico de Wampi, en la carrera que ha cimentado en apenas cuatro años y que le ha convertido en uno de los apóstoles del reparto y una de las figuras que más ha hecho por su internacionalización. En él se sintetiza la melodía con la calle (Tony Dize dixit), y ahí puede que esté una de las claves de su éxito: en la conjugación de su estética Gen Z con el «maleanteo» de su natal Arroyo Naranjo.
Suena riquísima la banda de Wampi, con una notable marca timbera —que supongo es la carta de triunfo de los artistas de reguetón y reparto en directo— y el trabajo del DJ productor Chico Frank, que varía sutilmente las pistas originales, hace que la experiencia no sea el calco de escuchar el disco. La energía es tan intensa que uno hasta olvida el playback que acompaña siempre a estas presentaciones (me pregunto si llegará el día que alguien en el género se libre de esa costumbre).
Durante casi noventa minutos, La Tropical es un mar de cuerpos gozosos que repiten los temas pegados por este muchacho de apenas veinte años —tuve que sacar la cuenta tres veces, aún me cuesta creer que Wampi solo tiene veinte años—. Papa John, Maleante, Roma, Suéltate puty, Climax, Tóxica, Pornosotros (2 y 3)… la colección de hits que acumula son la prueba de la popularidad apabullante de la que goza. Me llama la atención la ausencia de invitados, pero haciendo un repaso de sus últimos éxitos caigo en la cuenta de que la mayoría de los artistas con los que ha colaborado no están en Cuba. El propio Wampi apenas está radicando acá; al día siguiente dirá en sus redes: “Gracias a toda mi gente de Cuba 🇨🇺 ayer la pasamos DP en la Tropical 🌴🔥…Fue un día muy especial porque sé que de ahora en adelante voy por el mundo 🌎 con la bendición de Dios y de mis Santos”.
Por un rato largo no soy más que otro fan que corea las canciones de un chamaquito que, a contracorriente, ha puesto bocarriba el reparto. Un chamaquito que ha cerrado muchas brechas y une estilos, culturas y edades que parecían irreconciliables. Mientras dura este concierto pierdo cualquier rasgo de singularidad y soy uno con la muchedumbre, me olvido de que allá afuera hay un mundo estructurado y no sigo más reglas que la de la clave.

Concierto de Wampi en el Salon Rosado de La Tropical, sábado 21 de octubre de 2023.
Cerca de las dos de la mañana, con el Salón en pleno en trance, llega Washypupa, el reciente tema de El Taiger en el que colabora, sacado del horno hace unos pocos días pero que ya corea media Cuba. A golpe de “tú tienes que pagar pa’ verla” queda todo listo para un cierre que corre a cuenta de Pornosotros, el clásico del entonces “tridente” de Raymel Pérez: Wampi, Wow Popy y Fixty Ordara & Ja Rulay. Ahora que el catálogo de Rami Record se ha desperdigado, se siente extrañamente nostálgica esta canción que se lanzó hace menos de dos años.
Se va vaciando La Tropical, y en el aire hay una euforia que huele a cerveza Parranda y sudor, al desenfreno que la música provoca. La gente que llegó hasta aquí, casi toda joven, casi toda de recursos modestos, se está llevando consigo un pedazo de un Wampi que no sabemos cuándo volverá a presentarse así. En la avenida 41, entre los tantos grupos que marchan coreando canciones, distingo a una muchacha con la gorra de Wampi en la cabeza. Seguramente será un trofeo que presumirá ante sus amigos, tal vez ya ha subido algo a las redes. Mañana tendremos, tanto ella como yo, que lidiar con la resaca, las tribulaciones y dilemas de vivir en Cuba, pero hoy el mundo, por unas horas y gracias a Wampi, fue perfecto.