
Cómo convertirse en un rottweiler y morir en el intento
(Nick Cave. Seven Psalms)
How Long Have I Waited?
Ese día no leí los obituarios. Siempre los leo, en el desayuno. Pero ese día no. Ese día —como otros tantos— amanecí con la sensación de que medio mundo se había muerto.
Casi al caer la noche me llegó Seven Psalms, el disco más reciente de Nick Cave —con Warren Ellis dentro, como de costumbre—. Me puse a tejer un poco mientras se descargaba. Tejer y pensar estupideces. Tejer y pensar estupideces. Tejer y pensar. Tejer.
Estupidez #1: Si yo fuera un perro, no sentiría esto de la forma en la que lo siento. Lo sentiría alegremente, con un pesar alegre.
Estupidez #2: El punto jersey ya no me sale como antes.
Estupidez #3: Nick Cave nunca responde mis cartas.
Estupidez #4: Si quisiera convertirme en perro, moriría en el intento.
[Tejer. Pensar estupideces. Tejer y pensar. Tejer].
9:42 p.m.
Comencé a escuchar el disco. Llevaba tiempo esperándolo. Escuché con calma. Impávida. Envolviendo los dedos en el pedacito de estambre. Evitando las palabras como quien evita un vaticinio atroz, como quien sabe que está a punto de recibir una mala noticia. Palabras pronunciadas con una cadencia profética y casi solemne… Ah… Sleeping love. No quería escuchar esas dos palabras juntas. Ni por separado. No quería escuchar esas dos palabras.
Sleeping.
Love.
Las repetí bajito. No sé por qué. Mejor. Estaba muy predispuesta como para escarbar. Esas paleontologías del espíritu suelen ser terribles cuando lo que se busca está por debajo de una piedra de evasiones. Cuando lo que se busca es perder toda humanidad, todo sentimiento, toda atadura.
Al terminar el primer tema, sentí cierta sensación de pesar. Un sentimiento de perro enfermo. De perro que pierde a su dueño, y no al revés.
El plano cenital del cuarto era muy común:
—Esa pared donde hay una cortina roja.
—Una cortina roja.
—Un pedacito de estambre.
—Yo recostada a la cortina.
—Dióxido de carbono.
—Audífonos.
El resto era casi oscuridad.
El primer salmo se había paseado por el aire como dióxido de carbono. Audífonos puestos. Luz apagada. Cuarto oscuro. Excepto por la pequeña luz amarilla que tengo al lado de la cama. Sensación polvorienta.
Todavía no sé qué estaba evadiendo. No sé cuál era el fósil.
Have Mercy On Me
Todo es una plegaria. Todo acto humano es una plegaria. No importa si se pronuncia o no. Todo es un Ten piedad. Todo es un Miserere y una rodilla hincada. Todo es un Que esto acabe pronto. Y un acto penitente. Todo es un Líbrame. Todo es una alabanza y un Bring me home y un Perdóname esta vez. Y cerré los ojos y pedí —no sé a quién ni cómo— que se me concediera el don de dejar de sentir, que se me convirtiera el alma en uno de esos perros amaestrados que solo muerden y comen y tienen el olfato suficiente como para reconocer el peligro y evadirlo [My hands, tied behind me]. Pero Nick Cave escupía su spoken word, y yo me iba aferrando al pedacito de estambre como si fueran las cuentas de un rosario.
[No quiero sentir No quiero sentir No quiero sentir].
A algunos perros los vuelven adictos a la merca. Olfatean por abstinencia y no por otra cosa. Olfatean el peligro porque conocen los placeres del peligro.
[Bread and water was my portion].
…My death, it almost bored me…
So often was it told, pero supongo que no quedaba nada por decir.
Sentimiento de misa. [Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación].
—Si me vas a matar, hazlo; ya te digo yo por dónde es más rápido. Pero no me desangres. No es necesario ni justo.
…My death, it almost bored me…
Ese segundo de silencio al final del tema valió mi peso en oro. Casi nada. Lo justo para hundirme.
Tenía que haber barrido bien el polvo del esternón de Dido la última vez que dejé que la música caminara de esa manera por la casa. No sé, barrerlo, esconderlo debajo de la alfombra. Esnifarlo. Esos muertos regresan y maldicen.
Toda la casa se volvió amarilla, excepto por la luz amarilla que tengo al lado de la cama.
Las termitas suicidas de Purcell. (Notas para un monólogo que no debe ser escenificado)
Wendy Martínez13.04.2022
I Have Tembled My Way Deep
Sinceramente no esperaba un disco de spoken, aunque ya lo había leído en alguna noticia. No esperaba esos rezos hablados. No esperaba siete salmos y un instrumental.
Warren Ellis siempre aparece para empeorar las cosas. Siempre atraviesa el arco de violín entre mi cuello y la cortina roja. Warren Ellis amenaza siempre con dulzura y hace que las muertes den igual. Nick Cave es una Thunder 380, te va a matar porque es certero y letal.
Warren Ellis amenaza y hace que quieras caer, que la muerte sea gustosa. Hace que no valgas tu propio peso en oro. Mezclas fatídicas. Uno no sabe a qué atenerse. [¿Quieres convertirte en perro? Yo te voy a convertir en un perro sin sombra].
—Solo quiero arrancarme el corazón y echarlo a la basura.
Cansancio. Ansias de salvación. Perro sin sombra. […upon my breast…]. Cuántas ganas puede tener alguien de salvarse…
[No quiero sentir No quiero sentir No quiero sentir]
My heart, my love. Qué ruido hace esta casa, qué sólida es la sensación amarilla de querer ser invulnerable. Rottweiler manso intentando recordar qué le provoca la tristeza.
[This is not a good idea, girl]
Ruido. Ruido. Ruido.
Después el llanto.
***
Pude haber apagado la música en ese instante. Pude haberme levantado de la cama. Pude haber encendido un cigarro o una luz blanca. Pude. Pero no pude.
Un hombre cansado pidiendo paz.
Una jauría de rottweilers comenzando a hacerse eco por dentro de mi sangre.
I Have Wandered All My Unending Days
Me tuve que fumar un cigarro.
Splendour, Glorious Splendour
Siempre me ha llamado la atención la forma en la que Nick Cave solemniza las palabras hasta volverlas rezos. Esto no comenzó en Seven Psalms, por supuesto. Todos los discos de Nick Cave son religiosos de una manera muy personal. No sé si es la angustia, que siempre suena a plegaria. Pero Balcony Man es tan rezo como Splendour, Glorious Splendour. Del mismo modo en el que Into My Arms no es menos solemne que Have Mercy On Me. Cave vive dentro de un Miserere, aunque a veces suene perdonado.
Esa canción en particular me sonó a unción de los enfermos. A último rezo.
Such Things Should Never Happen
Pero no fue el último.
Pensar en las cosas que no deberían suceder.
[This is not a good idea, girl].
[No quiero sentir No quiero sentir No quiero sentir].
El amor no debería suceder, eso me dije, y no sé por qué. Me duele aquí (me estoy apuntando al pecho con el dedo índice, como si el dedo índice fuera una Thunder 380).
No. Estas cosas no deberían suceder. No estoy dispuesta a hacer el nido otra vez, ni a llorar al lado de una caja. No estoy dispuesta a pensar Estas cosas no deberían suceder, pero suceden.
En ese momento me convertí completamente en un rottweiler.
I Come Alone And To You
Donde dice Lord puede decir cualquier nombre, cualquier lugar, cualquier refugio. Donde dice Lord puede decir Casa, puede decir Los brazos del muchacho con el que soñé la semana pasada y que no sé cómo se llama ni quién es, pero quiero arrodillarme en sus estrellas.
El Dios de Nick Cave es mi Cualquier cosa.
Mi lugar feliz. Mi descanso no tan eterno. Los ojos que veo en un lugar de los sueños, las palomas grises y los cantos. Las memorias. Las memorias. Las memorias.
Hay cosas que no deberían suceder [Este grito de rottweiler. Esta sangre de perro. Esta cosa que no sé cómo se llama. Este fósil al que evado como si su descubrimiento fuera a cambiar el curso de la historia].
Instrumental
Pero suceden.
***
Ese día no leí los obituarios. Siempre los leo, en el desayuno. Pero ese día no. Ese día —como otros tantos— amanecí con la sensación de que medio mundo se había muerto. Y tenía razón. Después del disco, medio mundo se había muerto.
El plano cenital del cuarto era muy común:
—Esa pared donde hay una cortina roja.
—Una cortina roja.
—Un pedacito de estambre que se había vuelto rosario.
—El cuarto menos una muchacha, quizás muerta en el intento de abandonar los fósiles.
—Dióxido de carbono.
—Oscuridad.
—Silencio.
—Un rottweiler sin sombra recostado a la cortina roja.