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Reseñas Portada del álbum "Camila", de Camila Cabello (Epic‎; ‎Syco, 2018) Portada del álbum "Camila", de Camila Cabello (Epic‎; ‎Syco, 2018)

Camila Cabello: Cojímar-Miami-«Havana»

Con apenas 15 años, Camila Cabello ya conocía el rigor del showbiz como integrante de Fifth Harmony, un quinteto femenino de pop vocal interpretado por y para adolescentes diseñado por Simon Cowell – el mismo del reality show Factor X. Por eso, tras su ruptura con dicha agrupación, su álbum debut, simplemente titulado Camila, representaba un paso hacia un lado y adelante, al mismo tiempo.

Eso sí, un paso de alto riesgo, dada la dinámica hiper-cambiante de la música urbana, género en el que se inserta el álbum. Y es que los adeptos a este género, representan una audiencia muy joven, en su mayor parte adolescentes en busca de ídolos idem, de los que disfrutan en sus dispositivos móviles de listas de canciones confeccionadas a gusto, con recambio mensual.

Este es el entorno que condiciona el sonido del disco, desde el propio inicio con el sencillo Never be the same, que junto a Into it están orientados hacia la escena dance. Los aires tropicales no podían faltar en una propuesta que pretende capitalizar en grande el gusto latino post-Despacito dentro del mercado norteamericano, evidentes en She loves control, Inside out o como en Real friends, un hip-hop lento con un segmento semi-acústico sobre ritmos de steel-drums caribeños.

Y no es que la chica carezca, precisamente, de talento. Hay síntomas de lo contrario a lo largo de todo el disco -en su interpretación, en la autoría de los temas, y hasta en los fugaces momentos en que ofrece señales de introspección y reflexión en sus letras, ejemplo de lo cual sería Consequences, una balada interpretada sobre piano, donde confiesa el daño que siente en su interior cuando no es correspondida en sus relaciones sentimentales, o en Something’s gotta give, donde resalta en el arreglo musical, el in-crescendo dramático y las texturas logradas con sintetizadores (para el que escribe estas líneas, lo más rescatable del disco). Pero en general, su tesitura de voz, el uso (y abuso) del autotune, la producción y el acabado del álbum nos dejan con la sensación de que «esto lo hemos escuchado antes».

Y es que esta colección de 11 canciones va toda en hombros del mega-hit Havana, que producido nada más y nada menos que por Pharrell Williams y contando con el rapero Young Thug como invitado (y donde el nombre de esta ciudad se repite cual mantra la friolera de 17 veces) se convirtió en la canción más escuchada de todos los tiempos en la red para una artista solista y, ¡presten atención!, a un mes de su lanzamiento propulsó al álbum a más de un billón de escuchas en línea. No descarto que esas descomunales cifras hagan las delicias de los contables de su discográfica,  pero tampoco descarto que para los que buscan, aman y priorizan la música, Camila Cabello represente una similar interrogante.

Agapito Martínez Economista. Melómano impenitente. Gestor independiente de colecciones de carteles y manager de dos bandas de rock en Cuba. Más publicaciones

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  1. EZapo dice:

    En otros ámbitos diría que el Sr. Agapito Martínez tiene muy buen ojo. Acá, por obvias razones, digo que tiene muy buen oído. Genial el cierre de vuestro comentario. Esperamos más comentarios de su autoría.

  2. leo elias dice:

    Hay que entrenar el oído para saborear la diferencia. Gracias por la luz sobre el talento de Camila.

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