
Cuba, ¿qué AI en la caja negra?
Hace mucho tiempo algunos científicos llegaron a la conclusión de que sería imposible estudiar lo que habita y sucede dentro del cerebro, aquello que hace posible que exista la psiquis. Le llamaron “la caja negra” a todo lo que, en teoría, nos sería imposible estudiar.
Pasado el tiempo, comenzaron a arrojar luces sobre el cubo oscuro y este tomó muchas formas. Lo interesante fue que cada gran grupo dedicado a la psicología usaba lentes distintos para sus gafas. Cada escuela vio y describió (con relativo éxito) cosas aparentemente distintas y distantes, que se ubican en el mismo espacio. Una teoría interesante para mí fue la que llegó a decir que la caja negra siempre fue como un ordenador.
Entran estímulos energéticos (tocas el botón de encender), que se transforman en energías comprensibles para el sistema (corre electricidad dentro de la PC), que se transforma luego en datos (se cargan los programas). Estos, a su vez, se transforman en información (abren el sistema), que da paso a respuestas (usted ha iniciado su sesión con éxito). Cada proceso de transducción en sí mismo es relativamente misterioso (sabemos que suceden; pero no siempre cómo). Siguen existiendo puntos inexplicables; pero esta vez dentro de un todo abierto a la comprensión (son pequeñas cajas negras y no una muy grande e imposible).
Aquellos, explicaron la psique comparándola con ordenadores (los que conocían entonces, son bastante antiguos para nosotros). Lo gracioso es que recientemente comprendí un poquito lo que pueden llegar a hacer las computadoras, al compararlas con nuestros cerebros.
A fin de cuentas, cada vez nos distanciamos menos de las inteligencias artificiales. Los humanos somos capaces de aprender, hacer cálculos, diseños, pinturas, adaptar nuestras respuestas a lo que nos exija el medio y llegar a ser eficientes en diversos contextos. Somos, además, sensibles. Noticia: las AI (Artificials Intelligences) parece que también.

¡AI, AI, AI! Cómo vienen
Edu O´Bourke22.02.2023En mi propia casa tuve la oportunidad de asombrarme ante su magia. El trabajo de unos minutos quedaría hecho en segundos tras un click. Hablo de robots capaces de trabajar con música según lo que les pidas. Las lógicas de trabajo detrás de estos avances resultaron ser, en aquel momento, una caja negra para mí.
Cuando mi papá descubrió el Band in a Box (software especializado en producción de música en formato midi) yo no pensé que llegaría a tener un potencial tan grande (sonaba muy mal). Un buen día encontró una función que decía poder rearmonizar lo que se le pidiera y otra para extraer los cifrados de una pieza. Era un programa rústico, pero inteligente. De esto hace muchos años.
Estamos diciendo que, por ejemplo, escoges un audio y le pides que te diga cómo tocarlo en la guitarra. Luego, si quieres, le puede poner más o menos cantidad de acordes o, simplemente, los cambia. Pero la cosa no acaba ahí. Si bien es cierto que estas funciones no surgieron con el programa en sí, lo interesante es que el programa surgió en 1988 y todo esto no ha hecho más que evolucionar. Para ilustrar las distancias veremos que: en ese momento se grababa con cintas magnéticas en los estudios más avanzados. Silvio cantaba en ese año Oh Melancolía, mientras Nirvana recién empezaba y Guns and Roses levantaba los ánimos del mundo con Sweet child O´Mine. La tecnología digital de punta se veía así:
Desde sus primeras versiones, Band in a Box podía ofrecerte un servicio “inteligente”. Cabe resaltar que la diferencia principal entre estas herramientas y las AI es que las herramientas viejas no aprendían con el uso. Igualmente, le dices los acordes, el estilo, ajustas una tuerca y comienza a sonar la canción con los músicos y el estilo que quieres (que al piano esté Richard Clayderman y en el bajo Pastorius).
Obviamente estas generaciones sintéticas no se parecían estrictamente a lo que son hoy las AI, ni generaban sonidos de alta calidad. Aquellos resultados eran de tipo midi, como un karaoke antiguo. Tomas todo lo que este software genera y te lo llevas a otro programa, le cambias los sonidos y tienes cantidad de trabajo adelantado. Mi papá aún usa el Frutty Loops para esto último.
El Fruity Loop Studio, tan socorrido para cierta parte del gremio musical en Cuba, está lleno de pequeños gadgets. Este programa sí es más reciente en su aparición. Se lanzó por primera vez en 1997. El movimiento urbano de Puerto Rico acudió a esta herramienta y la hizo muy popular entre nosotros. ¡Eliel!
Hay mil cosas que este programa hace solo. Todos los que han venido después están llenos de cajas negras. Existen hoy procesos altamente sensibles y trabajosos que resultan más sencillos e intuitivos que lo que eran para los antiguos productores e ingenieros de sonido: cuantizar, afinar, randomizar, crear riffs, análisis de espectros de onda, corrección de dinámicas, entre otros muchos. Todo eso se hace fácilmente con plugins (programas muy especializados que suelen poder anidarse dentro de otros más generales) como los de Ozone, Fabs Filtter, Waves, Autotune, Real Guitar y una lista interminable que sí se sirven de herramientas de AI en muchos casos.
Para los no expertos, puede sonar a palabrería difícil; pues así de difícil llega a ser cada proceso necesario para sacar una canción al final. Una persona con una computadora potente en casa y los programas correctos, puede hacer casi cualquier cosa con la música. Aquí existen sobradas experiencias de eso. Incluso, a veces los productores cubanos se saltan la parte de la computadora potente.
La magia es que esta persona no tiene por qué saber lo que ha pasado detrás de cada click. Simplemente introdujo estímulos y recogió respuestas. Exactamente como lo que aquellos científicos soñaron y explicaron una vez.
Ni siquiera los programadores saben a ciencia cierta lo que pasa con los códigos una vez que están depositados en la matriz sobre la que actúan. Tampoco pueden los neurocientíficos, que yo sepa, explicar la forma en la cual un impulso eléctrico se convierte en energía psíquica. Así mismo, el productor no tiene por qué saber qué sucede en el anverso de un botón de play.
Detrás de todo esto se esconde un conocimiento elemental, básico y universal que se nos está escapando. Aun así, somos músicos, científicos y programadores altamente eficientes, que trabajamos modificando y sirviéndonos de cosas que no entendemos aún del todo. ¿Qué podrá pasar una vez que comprendamos todo esto?
Al servirnos de estos recursos tecnológicos, de las AI y todos sus antecesores y parientes actuales, estaremos reduciendo los tiempos, dejando mayor espacio para que surja la creatividad, ampliando los rangos, difuminando límites, avanzando. El lío con caminar hacia adelante, es que a ciencia cierta, tampoco sabremos qué dejamos detrás; y con tanta velocidad, podemos perder la visión respecto de los paisajes a los lados del camino.
Estamos de acuerdo en que, algunos de quienes se han servido inteligentemente y de forma crítica y activa de estas cajas negras, han podido ofrecer productos artísticos, canciones tremendas, arreglos valiosos, sonidos novedosos, estéticas y movimientos socio-culturales de avanzada en distintos contextos. Los artistas de 1988 empleaban más tiempo y recursos, los de hoy con una PC en casa pueden lograr mucho más. Cada vez se hace menos en términos de esfuerzo humano vs resultados.
Entonces, lanzo mis dudas al aire:
¿Serán menos artistas los que vengan en el futuro porque deberán esforzarse menos que nosotros, los de hoy?
¿Será el fin del arte?
Mientras, siéntase libre de seguir siendo parte de una gran caja negra de la cual no se sabe suficiente; pero que a algún lugar nos lleva.