
Alexander Abreu y Havana D´ Primera… cantando al pueblo
En La Habana se dice asere, en La Habana se dice qué bolá…. es una frase que desde hace algún tiempo se tararea por las calles de la capital cubana. Y es que cuando se combinan dicharachos del argot popular con la sabrosura y cadencia del tumbao cubano; cuando se superponen las inflexiones propias del español acriollado con la riqueza rítmica de los cueros, una simple expresión oral deviene sello indiscutible de cubanía, rasgo identitario de todo un pueblo.
Así sucede con Cantor del Pueblo, cuarto fonograma de la popular orquesta Havana D’ Primera, álbum que pone bien en alto el nombre de la música popular bailable en nuestro país. Portadores de una trayectoria musical más que respetable, Alexander Abreu y Havana D’ Primera logran consolidar con este fonograma —galardonado con el Premio Cubadisco 2018 en la categoría de Música Popular Bailable/Voces Populares—, un estilo sonoro que dibuja el camino futuro de la creación popular bailable cubana.
Con tres excelentes materiales previos –Haciendo historia (2008, EGREM), Pasaporte (2012, Páfata Productions) y La vuelta al mundo (2015, Páfata Productions)-, esta orquesta de todos estrellas ha ido venciendo metas. Disco tras disco, han recorrido el camino hacia la madurez y la consolidación de un producto sonoro con una propuesta artística bien definida.
Nominado a los Latin Grammy en la categoría de Salsa, Cantor del Pueblo es un disco que aúna de manera magistral buenas composiciones, excelentes arreglos y grandes interpretaciones, donde el equilibrio y el cuidado por los detalles resultan valores añadidos al fonograma. Desde las compensadas orquestaciones hasta el balance sonoro apreciable en la mezcla de cada uno de los temas, este álbum es muestra de la excelente producción musical realizada por parte de Alexander Abreu. Con textos que abordan historias de amor, temas religiosos y otros, mediante un lenguaje lleno de expresiones propias del cubano “de a pie”, este CD no es otra cosa que un reflejo de lo cotidiano, una fotografía de la sociedad cubana.
Gracias al acucioso trabajo de acople, cada uno de los temas logra encontrar su sitio dentro de la dramaturgia interna del álbum, permitiendo sean explotadas al máximo la potencialidades expresivas de cada canción. Con # D’ Primera, el CD nos da la bienvenida en lo que será un agradable recorrido por las sonoridades actuales de la música popular cubana. Respondiendo a códigos sonoros más internacionales y con un texto, a mi entender, mucho más ligero en cuanto a contenido, esta canción resulta una noble introducción a los otros nueve sencillos que conforman el disco, canciones todas de la autoría de Abreu, a excepción de La mujer piropo, compuesta por el maestro Giraldo Piloto.
Por su parte, Tres días, segundo tema del disco resume de forma coherente y atractiva todo lo que será dicho en el transcurso del álbum. Con un arreglo a cargo de Alexander Abreu, impregnado de sensibilidad y buen gusto, este tema resulta la “obra maestra” de esta producción discográfica. Se trata de una historia de amor narrada desde la más pura emoción. El tema nos lleva hacia un montuno que desemboca en coros plagados de cubanía, brindando al oyente un universo de colores y sonoridades que contrastan entre sí.
Otro de las grandes pistas que engalana el fonograma es Manantiales. Con una introducción de fliscorno, empieza envuelto en una atmósfera de sonoridades suaves, lograda a partir de colchones armónicos hechos por la perfectamente empastada cuerda de metales, para luego romper en un montuno poseedor de extrema cadencia. Así mismo, el riff ejecutado por la guitarra eléctrica resulta el punto de inflexión que marca la diferencia en este tema, aportando frescura y cercanía con los códigos sonoros más globales.
Al igual que en los discos anteriores, en esta ocasión los arreglos de metales son uno de los sellos característicos de la agrupación. En temas como Pastilla de menta el trabajo polifónico que se evidencia en la cuerda de viento metal, resulta prueba fehaciente de las capacidades técnicas y el virtuosismo de sus músicos y arreglistas. El contrapunteo a lo cubano que se establece entre los trombones y las trompetas, sumado a los pasajes cargados de valores rápidos y movimientos conjuntos, logrados desde la más absoluta limpieza y precisión, nos remiten todo el tiempo a gloriosas orquestas de la música cubana como Irakere.
Ahora bien, si de rasgos estilísticos e identidad sonora se trata, la interpretación vocal de Alexander Abreu es digna de estudio. Con un color de voz oscuro, redondo, para nada brillante, casi opuesto al timbre que suelen tener los cantantes por excelencia de este tipo de música, Alexander ha desarrollado un estilo interpretativo muy personal. Desde la total y absoluta conciencia, o tal vez, desde la más genuina inocencia, el empleo de la voz como instrumento permite que sus interpretaciones se apoyen en recursos melódicos, adornos y giros propios de los de los vientos metales (trompeta), herramientas que con el paso del tiempo y el oficio alcanzado como intérprete se han convertido en rasgos característicos de su interpretación.
A su vez, el diseño melódico a la hora de concebir las guías o improvisar sobre los cadenciosos montunos remite, a aquellos con un oído más aguzado, a las improvisaciones de la trompeta en un buen son cubano, convirtiéndose en un sello propio de su forma de decir.
Cubano cien por ciento, desde los textos y temáticas abordadas hasta los arreglos de cada tema, Cantor del pueblo es más que un fonograma con un alto valor artístico. Es la necesidad de un creador de expresar el sentir de todo un pueblo a través de su arte, un recorrido por la música popular cubana y un homenaje a los grandes maestros.