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Beats & Bits Ilustración: Mayo Bous. Ilustración: Mayo Bous.

AI… El ciclo se repite

Thomas Alva Edison no inventó la tecnología para el “escritor de sonidos”, más conocido como “fonógrafo” (tampoco fue el inventor del bombillo; pero ese es otro tema). Le antecedió el menos conocido “fonoautógrafo”, que fracasó en su utilidad práctica porque a su desarrollador se le escapó idear una manera para reproducir lo que podía grabar. Sin restarle importancia a sus aportes, Edison realmente tomó los componentes oportunos y los ordenó de manera inteligente para llevar nuevas tecnologías al ámbito cotidiano. En el caso que nos ocupa hoy, trajo al mundo la posibilidad de conservar sonidos y poder escucharlos en cualquier momento.

Pensó en aplicaciones diversas para esto y creó un listado con el fin de predecir sus potenciales de venta aunque las relacionadas con la música, entonces, estaban muy lejos de figurar entre las más importantes. Algunos de los empleos eran: el concepto primigenio de los audiolibros (pensados para personas ciegas), grabación de últimas palabras y anunciar la hora. Mucho se criticó la idea de grabar y escuchar canciones. La grabación no se consideraba un arte, ni una profesión en sí misma; se decía en prestigiosos medios de comunicación de la época que los hombres refinados y con buen gusto tendrían “cavas de oratoria”.

Algunos esgrimían que escuchar música en casa, usando tecnología, podría ser comparado con tomar alcohol en solitario, inhalar cocaína, una soledad en compañía y opio. Así que se intentó vender el invento como un “dictador para oficinas”. No es casual que de forma muy parecida sucediera así con otras tecnologías como la fotografía y el cine.

Esto lleva a entender que, los nuevos medios de expresión, en cada época, han sido fuertemente negados por personas que, además, se pueden considerar inteligentes y capaces en sus contextos. Durante los tiempos de aparición de algunas concepciones tecnológicas, hoy naturalizadas en su uso, se le dio más importancia a la novedad técnica, que a las mismas potencialidades artísticas y expresivas de estas. Hoy estamos, precisamente, en la fase de deslumbramiento por la emoción de lo imposible, de ver funcionar a las AI y ponernos en modo niño con juguete nuevo ante cada noticia al respecto.

Leer tambiénIlustración: Mayo Bous.
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¡AI, AI, AI! Cómo vienen

Edu O´Bourke22.02.2023

La sociedad y el uso son las que terminan por afianzar y definir qué sirve y para qué. Un buen ejemplo de ello es que no fue hasta 20 años después de aparecer el fonógrafo que su propio desarrollador aceptó, de mala gana, que la música fuera el uso más extendido para el invento (por delante de los audiolibros o de enseñar ortografía). 

Cercano en el tiempo aparecieron nuevas máquinas para almacenar imágenes, incluso movimiento (también el teléfono y la aplicabilidad popular de la corriente alterna). Por mucho tiempo se negó que un fotógrafo o un cineasta pudiera ser considerado artista. Más bien, se entenderían como operarios de maquinaria, obreros de nuevo tipo en el mejor de los casos. El desarrollo propio de las técnicas y los estudios encaminados a ampliar las posibilidades fueron ganando relevancia social a los practicantes más célebres de la fotografía como forma de arte y estilo de vida.

Algunos pintores temieron por sus trabajos. Apareció una incertidumbre evidente ante la idea de que ya no necesitaríamos hacer retratos familiares, paisajismo o bodegones a pincel para decorar o expresarnos. Sin embargo, las artes plásticas conviven en armonía y el mercado laboral continúa sus dinámicas. Algunos expertos consideran que la esencia está en que el arte es una cosa de humanos hecha por humanos y para humanos (muy debatible, ya lo veremos a fondo). 

Como era de esperarse, no sucedió el fin de la pintura, de la música, de la literatura, ni de los artistas. En rigor, existe evidencia histórica suficiente para entender que cada adquisición tecnológica ha venido a incorporar nuevas metodologías, formas y medios para enriquecer las expresiones artísticas. Creo enteramente coherente y esperable encontrar hoy patrones de ciclos anteriores. ¿Las inteligencias artificiales son un peligro para los artistas y las manifestaciones artísticas tal como las conocemos?

Mi respuesta a ello: ¡claro que lo son! Me alegro mucho de que así sea. De la misma forma en que el fonógrafo, la aparición de la fotografía y el cine revolucionaron el panorama del consumo cultural en su época, hoy las AI y la Web 3 poseen el potencial de comenzar revoluciones.

Llevar una orquesta sinfónica a cada hogar y hacer más equitativo el disfrute de los lujos culturales ha sido una consecuencia de las tecnologías de la comunicación. Socializar y democratizar la creación fue el paso siguiente. Cada vez más personas podrían hacer arte, o bien manifestarse a través de expresiones asociadas a lo artístico (que no es lo mismo). 

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Cuba, ¿qué AI en la caja negra?

Edu O´Bourke01.03.2023

Lo que no parece gustarle a la mayoría de personas en los foros de redes sociales dedicados a estos temas, es el empleo de nuevas herramientas inteligentes para hacer arte (las AI generativas). Algunos argumentan que no hay arte en la generación sintética de multimedias (que falta la voluntad, la sensibilidad, el pensamiento, la creatividad, la conciencia). 

Para dar respuesta a ello habría que empezar por definir el término; pero antes, vamos a partir de un consenso: artista es el que hace arte. No soy “artistólogo” y sé muy bien que si quieres ver tartamudear a alguien, mejor le preguntas qué es el arte y te retiras silenciosamente. 

Parafraseando a Duchamp, podremos encontrar que el arte lo hace el espectador. Esto indicaría que cada persona está en su derecho de determinar qué es y qué no. Kant observaría sonriente el relativismo de las cosas para sí y la ausencia de una cosa en sí en este artículo. Este debate no debe ser reducido a una respuesta tan escueta. El arte, como buen constructo social (como casi todo) es un concepto cambiante, dinámico, relativo e inestable. Cualquier elemento nuevo puede hacer que se modifique en sus cualidades (pensemos en el efecto mariposa). 

La inteligencia artificial puede entenderse como un medio para hacer arte (como si fuese una cámara) y quien inserta la orden para generar una obra es el artista (como un fotógrafo). Me decían que los verdaderos artistas son los programadores de estas herramientas inteligentes. En mi opinión, esto equivale a  decir que el crédito por las obras fotográficas debería ser de los fabricantes de las cámaras. 

Otros refieren que los artistas son los que crearon las imágenes que conforman los bancos empleados para entrenar a las inteligencias generativas (básicamente una AI generativa analiza muchísimas obras para crear a partir de estas). Lo que parece escapárseles es que, justamente, el proceso de la creatividad humana va de aprender y crear nuevas relaciones entre objetos, conceptos y/o elementos preexistentes. Usted es tan humano como Edison y yo. Nos inspiramos en las cosas que hemos visto y, con algo de suerte, inventamos una manera inteligente de presentar algo novedoso. El detalle es que ya algunas AI pueden hacer este mismo trabajo en segundos; aunque para tareas muy específicas.

Me atrevería a decir que existen altas probabilidades de que en un futuro relativamente cercano, las AI serán artistas en sí mismas. Es cuestión de tiempo antes de que desarrollen sensibilidad, conciencia de sí mismas y autonomía (le invito a investigar sobre el exempleado de Google que habló acerca de los derechos de las conciencias artificiales). Deberán ser dotadas de derechos y nosotros tendremos que cohabitar con una forma de “vida” salida de nuestras manos. Una buena amiga diría que somos Dios.  

Permítase la sorpresa del futuro. Muchos van a darse de bruces con lo que se  avecina, quizá de la misma forma en la que Edison y sus contemporáneos en su momento. Pobres aquellos que temían por el fin de los conciertos en vivo. En lugar de temer, es necesario fluir con el conocimiento que se nos avecina para disfrutar la posibilidad y el relativo privilegio de estar vivos en estos tiempos. Peligra la música y el mundo como lo conocemos (¿es bueno o malo?). 

foto de avatar Edu O´Bourke Profesor e Investigador en Ciencias Sociales. Psicólogo y cantautor. Más publicaciones

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  1. Laura Domínguez dice:

    Me gustaron mucho los artículos de Eduardo O’Bouke. Aprendí y lo que más me atrajo fue las interrogantes que nos deja abiertas sobre el tema.

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