
AI: Canto para un final
Los estorninos son esos pájaros famosos en todo el mundo por las nubes y remolinos hipnóticos que forman al volar en grandes agrupaciones (figuran entre las cuatro especies de aves con más de mil millones de ejemplares, junto a las gaviotas, los gorriones y las golondrinas). Masas de miles de individuos se mueven dando la impresión de una única forma de vida inmensa. Según expertos, les sirve para alimentarse y despistar a los potenciales depredadores.
En la revista Nature Communications se publicó una serie de artículos basados en un estudio muy interesante que revela varias líneas de análisis a partir de un modelo matemático para explicar este movimiento (algunos de acceso abierto; la suscripción a esta revista es de pago). Es precioso cómo la toma de decisiones, la transferencia de información, la comunicación y la sincronización del conjunto de aves se explican a través de cálculos.
Lo cierto es que los estorninos son exitosos como sociedad y esto se debe, en parte, a que avanzan tomando en cuenta a la masa. La sabiduría popular dice que los humanos somos distintos, y la psicología experimental hace muchos años demostró que no podemos transportar al homo sapiens generalizaciones de ejercicios con otros animales (al menos de manera acrítica o mecánica). Tenemos conciencia, voluntad, moralidad, cultura y una larga lista de características que nos separan de otras formas de vida.
Sin embargo, se hicieron experimentos con ratones (perros, monos, aves, etc.). Por ejemplo: (describo vagamente la situación) un ratón con hambre aumentaba su velocidad cada vez más, según se acercaba a su comida. La conducta era replicada una y otra vez. Entonces, se le llamó “la gradiente de meta”, como un teorema, y se concluyó que: “la necesidad aumenta su demanda según se acerca a su fuente de satisfacción”. Todos hemos sentido eso cuando estamos llegando a casa y llevamos tiempo sin “liberar a Willy”.
Conclusión, nos parecemos a los ratones y a los pájaros. Le invito a ver algo hermoso:
Estas aves emiten y reciben similar cantidad de información en una formación de 50 y en una de cinco millones de pajaritos (número estimado de estorninos registrados en una bandada sobre Roma; 2.34 veces mayor a la población total de la capital de Cuba en 2021). Lo que le interesa a cada pajarito es la información que recibe de los que están muy cerca, sin importar la identidad de estos, ni la cantidad de veces que se intercambien sus vecinos. Lo que influencia el vuelo de cada individuo es el vuelo de sus cercanos.
¿Qué nos hace pensar que somos distintos?
Es normal tener la sensación de estar en un universo inmensamente grande; pero el mundo humano es un pañuelo. Para probarlo, puede leer sobre un experimento llevado a cabo por Stanley Milgram en 1978 que arrojó pistas de que usted está a una distancia aproximada de seis personas de Bad Bunny, El Choco, o Putin (la teoría de los seis grados de separación). Esto sugiere que, en nuestras propias posiciones respecto a los demás, nadie está demasiado lejos de nosotros en realidad; menos aún con las tecnologías de las comunicaciones en desarrollo exponencial.
Se complejiza la situación cuando a los referentes y emisores humanos de información le sumamos los virtuales, entre los que ya están, con fuerte presencia, las AI. Es posible modificar el sentido y la velocidad de nuestro propio cardumen al introducir individuos de forma artificial. Dicho de otro modo, la música irá donde los medios de comunicación indiquen y el factor AI no es despreciable aquí.
Veamos algunos cantos y movimientos que aparecen entre la masa:
Synthesia es una empresa capaz de crear videos con personas sintéticas y que recientemente brindó servicios que responden al sector político. Al respecto, se ha desatado en redes sociales una controversia. En lugar de contratar personas para que emitan mensajes a favor o en contra de determinados intereses, ya se contratan avatares angloparlantes para aportar credibilidad al mensaje (en Latinoamérica suele suceder que si lo dice un gringo, la palabra tiene más peso).
Con tanta información, hay algún equipo trabajando en un recurso más refinado del que ofrece Synthesia. La música se puede servir de avatares para emitir noticias (como lo han hecho los políticos). ¿Por qué no de un stock de grandes artistas hechos a medida, que no se cansen de actuar y además no cobren por hacerlo? Vea por el momento, que David Guetta generó y usó la voz de Eminem, sin mayores consecuencias.
Por su parte, Gonzalo es un hombre que no se dedica a escribir y llegó a tener un libro en el número 1 en ventas a solo un día de publicarlo en Amazon.
El detalle es que simplemente le pidió a Chat-GPT que escribiera el documento y asegura que en unas cuatro horas ya tenía incluso la portada hecha y el libro en la web.
Colocar una canción en el número uno en alguna plataforma cada vez parece algo más viable. Lo preocupante es que este es “el libro” que llegó hasta ahí. En algún momento estaremos saturados de canciones y artistas enlatados y de fabricación en masa. Para hacerse una mejor idea le propongo ver el fenómeno de la saturación del mercado de libros en plataformas web (noticias no faltan al respecto). Varias revistas y plataformas han limitado el acceso a creadores por causa de esta explosión de ofertas, que afectan seriamente el mercado y sus infraestructuras.
La Asociación de Industria Discográfica Americana (RIAA, por sus siglas en inglés) declaró en 2022 que las inteligencias artificiales amenazan a la industria musical. Alegan que existe una serie de softwares y plataformas que permiten piratear, crear, modificar y consumir música violando los derechos de reproducción de los artistas. En general esto es una narrativa que debe ser leída con extremo cuidado. Quienes verdaderamente están en peligro son algunos de los ingresos que generan las grandes empresas de la industria, dado el modelo de gestión vigente, y no, en mi opinión, la industria o la música en sí. Estas permanecerán vivas y se verán obligadas a modificarse.
¿Nuevos estorninos?
Con todo esto, piense qué es un estornino en una nube de ocho mil millones de individuos. Sepa que para sobrevivir cada uno debe participar de la dinámica de la masa (no entenderla). Para ello, hay que tomar lo que dicen y hacen los vecinos de vuelo; porque nunca uno por sí solo sería capaz de comprender a la nube entera (sin contar lo innecesario de tal cosa).
A nuestro alrededor se comenzó a emitir mucho contenido de AI. En consecuencia, hemos asumido ya, aún sin darnos cuenta, ciertas posturas al reconocer el vuelo de los que están a nuestro alrededor. Hay nuevas voces entre nosotros. ¿Qué pasará cuando haya transcurrido más tiempo de nuestra coexistencia junto a estos novedosos usuarios inteligentes y artificiales?
Existe una discusión abierta entre colectivos que alegan que hay elementos creados con AI y otros creados por AI. En cualquier caso, la cantidad de contenido que circula hoy se ha multiplicado y hay mucho sobre esto, de lo que debemos hacernos responsables. No solo tenemos ahora el reto de discriminar entre fake news; también de convivir con el crecimiento de las fuentes, los emisores y los medios.
Los que ya tienen fuertes recursos comunicativos tendrán cada vez más, y quienes no, pues les costará cada vez más llegar a tenerlos (típico). O sea, los artistas conocidos continuarán creciendo o mantendrán sus estatus y difícilmente los de menor alcance podrán hacerlo (no parece algo nuevo; pero ahora esta situación se agrava). Confiar en un usuario nuevo o poco conocido de Spotify, Deezer o Facebook se va convirtiendo en algo menos inteligente. Desconfiar es un paradigma que se acentúa y con tal volumen de información, en la actualidad es más sencillo seguir de largo.
Nos toca volar en una bandada donde ya no sabemos si los vecinos son reales o ficticios (¿eso importa, verdaderamente?). Encima, cada vez emiten más información (lo cual dificulta muchísimo filtrar tal volumen de flujo). Como no podemos ver desde fuera el modo en que se está moviendo la sociedad, es complicado (aunque no creo que imposible) hacernos una idea de hacia dónde va realmente esto.