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Beats & Bits Ilustración: Mayo Bous. Ilustración: Mayo Bous.

¡AI, AI, AI! Cómo vienen

Parece intuitivo e irrefutable decir que, en efecto, lo que percibimos es el mundo; sin embargo la realidad guarda secretos más allá de esta aparente certeza.  Las herramientas con las que estamos equipados para desenvolvernos ni siquiera son capaces de captar todo a nuestro alrededor. Que somos bastante imperfectos, vaya…

Sabemos, por ejemplo, que existen los ultra e infrasonidos, y los conocidísimos infrarrojo y ultravioleta. Cada uno se refiere a rangos de ondas a partir de los cuales es imposible que se desencadenen los procesos sensoriales de nuestros órganos visuales y auditivos respectivamente. Los ultra son tan altos que se nos escapan, y los infra tan bajitos que ya no nos llegan.

Podemos decir, además, que hay una diferencia sencilla entre la sensación y la percepción. Lo primero es aquello que llega a tus órganos sensoriales (ejemplo, fluctuaciones en la presión del aire, que llegan al oído); lo segundo es la forma en que tu cerebro da sentido a eso (el sonido que escuchas). Pero empecemos haciendo un ejercicio de percepción visual. Observe con atención la siguiente imagen y descubra lo que sucede (será interesante leer sus impresiones en los comentarios):

No es un músico, se lo puedo asegurar. Si no se percata de nada, no debería preocuparse. Me atrevería a decir que un altísimo porcentaje de la población mundial simplemente reconocerá a una persona normal. No obstante, volvámoslo a intentar en la siguiente propuesta. Adelanto que tienen algo en común:

Una última prueba, la definitiva. En esta ocasión propongo escuchar un audio:

Parece ser una obra algo extraña si dijera que pertenece a Bach…, aunque seguro algunos lectores ya saben por dónde van los tiros. 

Démosle la bienvenida a la era de las AI (Artificial Intelligences). Los tres elementos anteriores fueron generados por ellas. La primera es de una plataforma muy popular; solo haga la prueba y coloque las palabras “This person doesn’t exist” en su navegador y el programa que le aparecerá, en cuestión de segundos, mostrará el resultado de la generación sintética de una imagen. Evidentemente es una persona que no existe (aunque con una población mundial de 8 mil millones de personas no debe descartarse la posibilidad de que alguien en el planeta sea idéntico) . 

La segunda fue generada a través de la aplicación Dream, que, a pesar de estar geobloqueada, muchos usan con VPN (para nada mi caso). Finalmente, el audio es resultado de un experimento sobre el que pueden leer más en este link

Sí, ya es posible ordenar pizzas a domicilio y obras de arte personalizadas sin moverse del sofá. Ahora los artistas temen por su trabajo. Solo dos datos curiosos: recientemente se conoció que el desarrollador OpenAi pondrá a prueba la generación  de un video a partir de la introducción de texto. Además, en Estados Unidos, una imagen creada a través de una AI ganó un concurso de artes visuales

¿Qué quedará para los músicos? 

Quizás algún lector escéptico dudará de la posibilidad de hacer ahora mismo una canción “entera” con AI. Argumentará que lleva letra y voz; sin embargo, existen “generadores de texto” muy potentes y precisos. Les podemos pedir que nos hagan una canción que hable acerca de la cola en la panadería y los viajes al espacio que protagonizaron Rasputín y Bin Laden. Luego, con alguna herramienta  que emula voces pondremos a nuestro cantante favorito a rapear esa letra y hacer un beat sintéticamente, que le colocaremos encima. Alguien le pondrá autotune y hará una balada experimental si se lo propone.

“Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá” (San Mateo 7,7-12). Usted  podrá sentirse Dios, al fin y al cabo, hay palabra divina de por medio (¿o será lo que algún verdadero Dios artificial pretende que sintamos?). El ejemplo anterior demuestra que no hay que saber tanto como antes para hacer música (ya la calidad es relativa, depende del consumidor, del oyente, en última instancia). 

Entonces, empiezan a aparecer las cuestiones filosóficas y argumentales de diversa naturaleza al respecto de la esencia artística o no de estas “obras artificiales”. Este debate da para un artículo en sí mismo y será muy interesante abordarlo desde la psicología.

La industria de la música lleva tiempo sirviéndose de estas herramientas. Sin ánimo de abrir un hilo paranoide, onda “nos controlan los Iluminati”, pongamos en perspectiva algunos hechos. En primer lugar, la automatización de procesos es en la actualidad una realidad inherente al desarrollo, según muchos criterios expertos. La sabida capacidad de servirnos de herramientas, trabajo coordinado y experiencias en pos de modificar el entorno a nuestro favor es una cualidad básica que distingue a la humanidad. El caso de la música no es particularmente distante. 

Las grandes corporaciones gustan de las fórmulas de reproducción del capital que integran las variables disminución de personal, incremento de la productividad y aumento de las ganancias. Cuando en la dimensión de un usuario inexperto es posible lograr la producción de bienes y servicios de manera eficiente, se debe pensar que existen sujetos organizacionales que explotan de forma profesional estos mismos procesos.

Pensemos en las cantidades de dinero que invierten las disqueras más importantes en diversos artistas. En Cuba no existe esta macro-economía multinacional del entretenimiento ni mucho menos; pero les aseguro que aquí se usan. De hecho, las AI llevan tiempo entre nosotros.

(Continuará…)

foto de avatar Edu O´Bourke Profesor e Investigador en Ciencias Sociales. Psicólogo y cantautor. Más publicaciones

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