
Acordes para otra vida
Durante el confinamiento, cuando las salas de conciertos permanecían en silencio y la vida del artista se resumía a estudiar y reunirse en Zoom para dar una sonoridad moderna a las bandas y no permitir que murieran, decidí que debía hacer algo como músico para mantenerme a flote. Fue en ese momento cuando comencé a asumir la labor de maestra de música desde casa. El ir y venir de niños fue fluctuante al igual que las medidas para evitar el contagio, hasta que felizmente terminó el encierro y pude volver al atril luego de casi dos años sin ser parte de la orquesta. Al cabo de varios meses de trabajo y de haber creído que nada podía cambiar nuevamente, mi vida dio un giro mayor cuando supe que estaba embarazada.
Continuar con la vida musical durante el embarazo fue una decisión que asumí enseguida. Iba a ser una tarea difícil durante la gestación: el que fuese un instrumento de viento vs. las futuras fatigas, el peso de su estuche, los ensayos a diario, además de factores externos como el transporte público y la lejanía del local de ensayos; pero quería mantenerme activa y haciendo lo que más disfrutaba.
Actualmente soy miembro de la Banda Nacional de Conciertos de Cuba, agrupación que se caracteriza por un constante y riguroso trabajo. Durante el año 2022, cuando no tenía idea de mi embarazo pero ya percibía algo distinto en mí, músicos de la banda y del Teatro Lírico trabajamos durante cuatro funciones consecutivas en el Teatro Martí, para darle vida a Cecilia Valdés, obra que nos ha representado históricamente. Recuerdo que por esos primeros meses también estrenamos en Fábrica de Arte Cubano un concierto muy emocionante (Clásicos de Hollywood) repleto de las bandas sonoras que todos hemos apreciado en el cine; hora y media, casi dos, tocando sin pausas —terminamos sin dedos y sin labios—. Así me mantuve trabajando hasta el séptimo mes, más o menos, en que concluyó mi temporada con un concierto bajo la batuta de un director invitado de nacionalidad mexicana. Fueron varios meses de constantes ensayos y montaje de repertorio nuevo; pero también de mucho apoyo y consideración de mi director respecto a mi gestación, de mi esposo y de mi hija, que disfrutaba la música desde entonces.
Cuando uno empieza a estudiar desde niño la música y sus conceptos, aprende sobre ciertos parámetros musicales que permiten entender mejor los períodos, géneros, e incluso a los compositores. La agógica es uno de esos parámetros al que se le confiere la particularidad de los cambios de velocidad tales como ritardando, accelerando, rubato, etc. Con la llegada de nuestra bebé la vida cambió y su agógica también. Tener a un recién nacido en medio de un mundo musical —mamá y papá músicos— es un privilegio maravilloso, pero también un gran reto.
Con la llegada de nuestra hija decidí que a pesar de ser sumamente importante para mí mantenerme vinculada al trabajo como parte de la orquesta, necesitaba más no perderme ese primer año de nuevas vivencias y descubrimiento del mundo por parte de mi bebé. Creo que las mujeres estamos habitualmente sometidas a muchísima presión. Cuando llega un bebé, si además se es artista, surge todo un abanico de cuestionamientos externos e internos que te hacen una y otra vez preguntarte qué viene después, si ahora todo se resume a ser mamá o si volverás a tener desempeño profesional algún día.
Alguien me dijo una vez en un tono tremendamente machista: “las mujeres no sirven para ser músicos… apenas salen embarazadas se desvinculan de la música y a criar muchachos se ha dicho”. Hoy, sin dudas, puedo asegurar que no me he desvinculado, me he reinventado. Porque de eso va ser mamá y ser artista, deportista o astronauta, de modificar lo que tenías como concepción del mundo e ir más allá.
A raíz de la pandemia descubrí en mí una pasión por la enseñanza musical en edades tempranas, que estuvo varios meses en pausa y que retomé ahora que soy mamá. Mostrarle a niños de cinco, seis, ocho, doce años lo maravilloso de la música —sin tantos tecnicismos y palabras rebuscadas—, tratando de estar a su nivel todo el tiempo, creo que solo me pudo llegar con la maternidad. Buscar soluciones creativas para que niños que jamás han tenido contacto con un instrumento musical aprendan de forma divertida, con colores, pancartas, asociando cosas de su día a día con elementos de la música, es un reto maravilloso y a veces difícil en un país de escasos recursos. La maternidad, sin dudas, despertó modos más divertidos de acercar lo que sé de música a los niños. Creo que todo niño debería acercarse al arte de forma tal que incentive lo creativo, la concentración, lo empático y sensible del ser humano. Si todos los padres supieran lo beneficioso de la música para su hijo, elegirían regalarles clases de arte en vez de un tablet o un móvil.
Existe un modelo de enseñanza desarrollado por una italiana de apellido Montessori, que actualmente está muy de moda pero data de unos cuantos años, y que tiene como uno de sus objetivos desarrollar el potencial del niño desde un ambiente bien estructurado. Acercar a mi hija tan pequeña a la música ha sido prioritario, no por Montessori, sino por ser un lenguaje común en la familia. Colocarla cerca del piano y que ella lo explore con sus manos y pies. Dejarla que pulse las cuerdas de la guitarra o el bajo de papá, colocar sus manos en el cajón o que juegue con su maruga han sido parte de las experiencias que hemos encontrado para mostrarle nuestro mundo.
Nos encantaría que siguiera nuestros pasos de alguna forma, aunque ser músico quizás no sea su meta final. “¿Y entonces, cuándo regresas al atril?” Ganas no me faltan de integrarme nuevamente, de ensayar y estudiar pasajes de alguna obra compleja. Las ganas de hacer música con la orquesta, de sentir cómo el público celebra el empeño que le pongo a cada nota. La sensación de guía y satisfacción que solo se siente cuando baja la batuta del director y empieza a fluir la orquesta como un enorme cardumen de peces en el mar. Todo el proceso de hacer música es hermoso y, por supuesto, se añora, pero disfrutar el proceso de ser mamá, de ser la influencer de mi hija, no tiene precio. La maternidad ha agregado un nuevo nivel a mi vida que en lugar de frenarme me ha motivado a crecer e ir más allá. Sin dudas las cosas más lindas que puedo disfrutar empiezan con m: soy mujer, soy músico y soy mamá.
Mostra, Magistral,Motivadora, Maravillosa, Maestra,Modesta
Muy interesante y escrito con sencillez y hermosura. Te felicito Ruthy, me gusta mucho tu forma de escribir, siempre aportas alguna enseñanza, aún cuando lo hagas en forma de chiste. Gracias por compartir.